viernes, 3 de septiembre de 2010

Invictus and Quiet

Vi una puerta roja y quise pintarla negra, no hay colores todo se vuelve negro. Así empieza la canción de los Rolling Stone, Paint it Black. Y en parte ese fue mi verano, donde Yo decidí el color que iba a tener. A diferencia de lo estipulado, para mí, mi verdadero año, el inicio siempre es septiembre, fin de las vacaciones y comienza el nuevo trabajo, el verdadero inicio. Y sí, ésto es lo que parece un recuento a las acciones cometidas a lo largo del verano, pero a las malas, que les den, este año he descubierto lo que Ghandi calificó como encontrar la felicidad en las pequeñas cosas, y yo lo he hecho.

Si miro hacia atrás había perdido la ilusión en muchos aspectos, sobre todo personales, pero bueno algo o alguien, no quiero ofender a ateos o creyentes, me ayudo. Si he de dar las gracias por algo, ha de ser a un poema victoriano, que conocí gracias a la película Invictus. El poema, es así:


Fuera de la noche que me cubre.
Negra como el abismo de Polo a polo.
Agradezco al Dios que fuere
Por mi alma inconquistable.
En las feroces garras de las circunstancias
ni me he lamentado ni he dado gritos.
Bajo los golpes del azar
mi cabeza sangra, pero no se inclina.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
es inminente el horror de la sombra.
Y sin embargo la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará sin miedo.
No importa cuan estrecha sea la puerta.
Cuan cargada de castigos sea la sentencia.
Soy el amo de mi destino.
Soy el capitán de mi alma.

Para terminar podría decir lo que he leído, lo que he escrito, y lo que he visto, cosas que me han ayudado en un largo camino, pero apenas son algo comparado con la inmensidad de la tranquilidad. Gracias por un año así.